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La mística del Riveras Neuquinas en una jornada inolvidable

Una multitud acompañó el programa del Club Hípico Riveras Neuquinas de Vista Alegre, en la provincia de Neuquén, del domingo 5 de marzo. El Clásico Desafío, con los Clásicos Turf Al Día y Turf Regional como escuderos de una portada difícil de empardar, le devolvió la mística al escenario del barrio Costa de Reyes; el match entre Huracán y Don Carlos concentró la atención del mundo cuadrero, y así, desde primeras horas, fueron llegando aficionados de distintas latitudes para ser testigos en primera persona de una fiesta inolvidable.

El día sábado, entre fogones y campamentos, presagiaba un domingo a pleno en el Riveras Neuquinas. Los fieles comenzaron su peregrinación, con destino al mítico reducto neuquino, desde la madrugada del domingo 5 de marzo; largas colas en los ingresos anunciaban que el match entre los dos colosos de la velocidad tendría el marco perfecto.

Abría el programa el triunfo de Gauchito, que por un cuerpo dejaba en el sitial de escolta a Nehuén y más atrás a Costero. En las riendas de la encomienda de El Chañar se lucía Jorge Espinoza, el piloto que así comenzaba a construir otro domingo de difícil emparde, con media docena de victorias sobre quince carreras disputadas. A la vuelta a nada estuvo el jockey local de meter doblete, pues en la montura de Soy de Acá lanzaba una estocada fulminante sobre la enseña Chiquiturri, promediando la prueba iba cortada por varios en la punta del ovillo; el finish cantó hocico en favor de la conducida por Marcelo Ramírez.

Los correligionarios del turf seguían con su procesión y los estacionamientos se iban transformando en un rompecabezas, o en un cubo mágico, que habría que desarmar cuidadosamente al final de la tarde. Mientras tanto el Don Valiente de Miguel Bravo, Lucerito, con la serena conducción de Carlos Astudillo, sacaba boleto con destino a Palermo. Al tiempo que Sociedad 4, con Jorge Espinoza, se decidió a enfocar el disco y liquidó el pleito sin extremar recursos.

El monumento a la fija, de los finales del verano, era la zaina del Stud Tromen, Armas Gustosa, y no defraudó. Con algunas dudas en la partida y unos instantes de zozobra, al verla buscar refugió hacía el lado interior de la pista, comenzó a construir una victoria inobjetable al pasar frente al contra bandera. El encargado de administrar el potencial de la made in Tres Haras era Jorge Espinoza, que a esa altura ya contaba por cuatro (en la cuarta del programa había cruzado con Tutiwa). Va viniendo la de los Gómez y entrando en tiempo de confirmar el concepto que la rodeaba de potranca.

Chinita se quedaba con la prueba a clasificar, anunciando tanto ella como su escolta, Quimey, que el otoño los tendrá como protagonista; la del Corderito iniciaba el doblete de su escuadra, de su entrenador, Lucas Aulestiarte y de su jockey Néstor Fabián Fernández; doblete que se cerraba con el triunfo de Encarador en el turno “Palo” del programa. Mafalda es otra a tener presente para el futuro, pues venía de ganar con autoridad en la jornada apertura y ayer la colgaba del ángulo frente a rivales más exigentes.

Viejo es el viento y sigue soplando, en este caso cada vez con más fuerza… es que Josecito (SPC Geocéntrico), se floreaba por dinero ante un lote que no admitía en la previa un paseo semejante. Fueron varios cuerpos, que bien medidos pudieron ser 8 o 10 y una tribuna si su jockey lo hubiera empleado a fondo. Luce como un potrillo el ex Cola Mora y ex Adrián Martínez, y de ahora en más será protagonista de las pruebas jerárquicas sobre el medio kilómetro. En los comandos del flete de Chos Malal estuvo Jorge Hernández.

Era tiempo de entrar en las jerárquicas del programa, el primero de la trilogía era el Clásico Turf Al Día, el programa radial de Sandro. En la previa el juego anunciaba un mano a mano entre Fajado, venía de florearse frente a Flash Gordón en Tierra Santa, y el entrenado por Ricardo Mendoza, Hijo E Tromen. El tostado de Zapala no tuvo que mostrar toda su capacidad corredora para tirarle cómodos dos largos a Vidalera, uno más a Chiqui, que va tomando el color de antaño, y medio más hasta un desconocido Fajado. Jorge Espinoza completaba así su media docena de victorias, la segunda en equipo con el entrenador Ricardo Mendoza y doblete con los colores del Stud Tromen. Los amantes del turf del centro neuquino tendrán en los próximos programas un ejemplar clásico llamado a heredar la bandera que deja vacante, por lesión, el excepcional Totaly.

El punto más alto de la invitación iba llegando, cada uno iba eligiendo el lugar desde donde lo iba a vivir, todo servía para intentar no perderse un detalle. Los dos titanes de la velocidad, Huracán y Don Carlos, hacían su presentación publica y se volvían a la zona de boxes, instantes más tarde regresarían montados y listos a dilucidar el match. Mientras tantos en el palo y con un “Millón” inspirado, como en los viejos tiempos en los que era postulado al bronce de los rematadores, el juego fue fluyendo y así se escucharon $50.000 y $50.000 y luego un par de remates con Huracán cotizando en $22.000 a $20.000 y el que le terminaba dando el marco final se vendía en $60.000 contra $55.000 por Don Carlos; todo estaba listo para vivir una cuadrera memorable. El canter de ambos sprinter fue acompañado por una ovación y cerrado aplauso de los presentes; de inmediato cada uno tomó partido por su preferido y así se escucharon canticos de alientos a favor de uno y otro… En un improvisado teatro, en el que el camión regador se había convertido en el sector vip, solo faltaba ver el punto culminante de una obra cargada con todos los condimentos para ser nominada al salón de las cuadreras inolvidables, a la par de aquella entre Amigazo y Calfiao, guardada para siempre en la memoria de los amantes de este apasionante deporte.

Largo algo entretenido Don Carlos, pero aun así lograba estirar pescuezo sobre su inmenso oponente; fueron bebiendo, entre andariveles y a la velocidad del viento, los metros pautados y poco a poco el conducido por Gustavo Ortiz fue estirando ventajas, desatando la invasión, a su paso, de sus fieles seguidores. Huracán tuvo algún contratiempo en el desarrollo, el que puede ser chequeado en el vídeo, lo que le restó protagonismo, sumado a un problema orgánico que le pasaba factura. Fue un cuerpo y medio el que separó al “Rey” Don Carlos del Huracán neuquino, fue el primer capítulo de una zaga que seguramente tendrá un nuevo episodio… la mitad más uno, de los que ayer fueron testigos presenciales, merecen la chance del desquite.

A los emotivos e interminables festejos los arreaba el acondicionamiento de la pista para ver la continuidad del programa, llegaba el turno del Clásico Turf Regional. En los preparativos de la largada se accidentaba Chucky, sin consecuencias para su jockey y el ejemplar del Corderito; una fuerza o energía, que desconocemos, nos anticipaba un desarrollo dominado por emociones fuertes.  Chucky partía con desventaja y quedaba rápidamente fuera de la pelea por la victoria, mientras que por fuera Serrucho le iba estirando ventajas al tenaz Totaly que no se entregaba, hasta que sucedió lo inesperado, Juan Goñi, el jockey del alazán de la familia Rosales, sofrenaba a su conducido y de inmediato se veía que comenzaba a claudicar de una de sus manos. Serrucho siguió firme rumbo al disco, pero los ojos de los turfman se quedaban con Totaly y Juan, como si la fuerza y las buenas vibras de todos pudieran sostener en pie al caballo del pueblo y a su estelar piloto. El oficio de Goñi y el corazón del criado en Las Armas evitaban que lo dramático se convirtiera en tragedia y lo desmotaba a metros de trasponer el disco.

Ahora el mundo del turf se dividía entre los festejos de la gente de Serrucho, la entrega de premios, el show que debía continuar con la prueba “16”, la que cerraba el programa, los que no podían contener su emoción por el episodio que había sufrido Totaly y los que trabajaban para asegurar su lesión y cargarlo en el carro que lo llevaría de regreso a casa (A las 2 am llegó a su stud en la ciudad de Zapala, donde continuará su recuperación).

El crepúsculo de un domingo, que ya no sería uno cualquiera, iba clausurando por derecho propio el programa; la última carrera no se iba a disputar, pues en la pista se llevaban adelante los trabajos finales para rescatar al caballo del pueblo. Era como si nadie se quisiera ir, la noche había ganado la pulseada, las luces de los stop encendían el camino y se ponía en movimiento la peregrinación obligaba en modo “regreso”.

La mística del mágico mundo del turf tuvo, en la jornada de ayer, una de sus máximas expresiones, obligando a redoblar esfuerzos para mantener la vara bien alta.

Dedico esta crónica a Totaly, la familia Rosales, su equipo de trabajo y a toda la gente que lo siguió a lo largo de su exitosa campaña.

Pablo Pino

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