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La UTTA, su curso de herrado y la magia de la industria del turf pasaron por Gualeguay

En Entre Ríos, la UTTA realizó una nueva capacitación, esta vez sobre el herrado de un SPC, la que estuvo a cargo del profesor-herrero Daniel Urquiza. La cita tuvo lugar en el Hipódromo de Gauleguay, y congregó a un buen número de trabajadores de la industria del turf dispuesto a capacitarse a fin de insertarse en un mercado que, para este tipo de trabajo, demanda mano de obra calificada.

No es un día de carreras en Gualeguay, al sur de la provincia de Entre Ríos, pero el movimiento en la Villa Hípica del hipódromo sale de lo común. La gente apura el paso y se agrupa. El recibimiento está a cargo del Secretario Adjunto de UTTA, Elio Demartini, y el Presidente del Jockey Club local, Alberto Casiano Otaegui, mientras Daniel Urquiza prepara el proyector en una de las salas. Los 30 entusiastas asistentes buscan la mejor ubicación para prestar atención a las imágenes que darán el puntapié al curso de Herrado del caballo deportivo. Es la apertura teórica.

“Este tipo de iniciativas son muy lindas para la gente de las provincias. Se nota que tienen la necesidad de instruirse, que hay una idea básica y muestran predisposición para preguntar o aprender”, asegura el Pato, el herrero convertido en profesor para ofrecer su experiencia. Los oficios son la base de nuestro turf y allí está él, que creció entre caballos en Mendoza, listo para el nuevo desafío, en una zona necesitada de mayores conocimientos.

“En la Argentina hay muchos que saben, pero no se invierte en capacitación. Por eso esto es muy importante. Y que en el caso del herrador sepa distinguir las funciones de un tendón, un ligamento, las diferentes medidas de una herradura…”, explica Urquiza, de regreso a Buenos Aires. Se quedó con una linda impresión. “Están haciendo un trabajo de mucho esfuerzo los entrenadores y propietarios para sus caballos y el herrero debe ser consciente de ello. Estas capacitaciones que inculca la UTTA permite que progresen profesionalmente e, incluso, quienes son propietarios o entrenadores se interioricen del tema para aprender”, explica.

“Les hablé de lo que es la anatomía, un tendón, las enfermedades más comunes, de las lesiones más comunes, de los huesos, de cómo es el casco parte por parte, las técnicas de herrado y manejo, cómo se trabaja en los vasos cuando se rajan o sangran, cuándo hay que dar antibióticos o usar un parche”. El mismo entusiasmo con el que relata su vivencia el Pato es el que palpa a su alrededor. Las preguntas crecen cuando llega la práctica con el zaino de la pata blanca, tras el almuerzo. Sacan fotos y filman con sus teléfonos. Es un testimonio que quieren retener más allá de las retinas. El proceso de herraje lleva alrededor de una hora. “Podría ser menos, pero yo soy exigente, me tomo el tiempo para cada caballo y aconsejo que hagan lo propio. “Algunos se asombran, hay mucho entusiasmo, buena expectativa. Algunos me contaron que se ponen a herrar sus propios caballos”, revela. La pasión lleva a eso. La UTTA les ofrece el plus para crecer en todo sentido.

“Fue una clínica de orientación que les abrió la cabeza. Los que fueron se interesaban desde lo más básico, que es el tipo de herramientas. Los más grandes se animaban a preguntar más que los jóvenes. Y desde que me volví a Buenos Aires me están mandando preguntas por WhatsApp o llamando por teléfono. Eso marca el interés que existe”, comenta Urquiza. Las vivencias quedan selladas. “La mayoría no había herrado nunca. Incluso, un entrenador trajo a una potranca para verla porque tenía los vasos desparejos. Cada vaso es un mundo. Su herrero también fue. Sabe el oficio, pero nunca había hecho una capacitación y llevó sus herramientas”. El curso es gratuito, pero nadie llega con el espíritu de perder su tiempo. Todos van a ganar en conocimiento.

“Les expliqué lo que hay que hacer y lo que no también. No es lo mismo un caballo de polo por la fricción en el juego; el caballo de carrera es más delicado. El polo es más rústico”, diferencia el Pato, de 50 años. Hijo de Ángel Urquiza, un entrenador todoterreno, Daniel vareaba a los 13 y quiso continuar el legado de su padre cuando murió, hace tres años. Lo pateó un caballo y su vida cambió en la larga etapa de recuperación. “Absorbí mucho de mi viejo”, reconoce, orgulloso.

El cierre llegó con sorpresa, con la presencia también del Secretario de Acta, Prensa y Cultura, Ricardo Solaro; Norma Betio, integrante de la Comisión Directiva, y Cynthia Acosta, Delegada de Personal de esa ciudad. Además de los ya tradicionales certificados a cada asistente, se hizo entrega de un juego de 16 chaquetillas numéricas como complemento de otro fin de semana de inclusión y acciones solidarias. “Estamos agradecidos a Carlos Felice y a la UTTA por facilitarnos las herramientas para poder hacer esto. Fue la primera vez que se organizó aquí y de inmediato ya nos empezaron a preguntar cuándo se hará el próximo. Nos pareció genial que se armaran grandes debates y tuvimos el respaldo de la Comisión del club, lo que nos permitirá sumar en el futuro cursos de otros oficios también”, celebró Acosta.

Prensa UTTA

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