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Falleció Vicente “Maní” Ramírez, el jockey que se convirtió en leyenda. El mundo del turf de luto

El gran “Maní” Ramírez dejó su huella en su paso por este mundo, un personaje adorable de los domingos de turf, una gran persona, un jockey de una calidad superlativa, extraordinaria, un virtuoso de la fusta que supo ser el espejo de colegas y por entonces aprendices, luego consagrados pilotos. Formó grandes duplas con entrenadores de la talla de “Cacho Torres”, Carlos Santa (padre e hijo), “Charly Laffite”, Antonio Severini y tantos otros que la memoria me traiciona y no me deja enumerar. Su familia comunica que sus restos serán velados en Diniello, Teniente Ibáñez 1055 de Cipolletti, desde las 18,30 horas.

Llegó a nuestra región allá por el año 1984 para correr a Don Guillermo, entrenado por Don Angel Echaures, en aquel inolvidable clásico que enfrentó a Pelirroja (de Don López Lavayen), Combes (Ramasco) y el zaino Don Guillermo, su compromiso en aquella topada para la cual la gente del mítico Martín Fierro modificaba la pista y la estiraba hasta los 900 metros del compromiso. El querido “Maní” llegó para esa jornada y no se fue nunca más. La familia Echaures lo adopto y al poco tiempo se unió en pareja con Mabel, con quien compartieron sus vidas.

Miles de recuerdos invaden mi memoria, podría citar anécdotas, enseñanzas, consejos, vivencias y carreras inolvidables, Maní era generoso y educaba con su ejemplo. Lo vi ganar carreras a punta de talento, con dejos de lucidez admirables, tantas que sería imposible enumerarlas. Pero les voy a contar una que de chico me quedó grabada a fuego en mi memoria: en la montura de un caballo de Pablo Verani, que entrenaba Lito Mesa, Super Bond, largaron 1400 metros en el Hipódromo de Neuquén, año 1988 más o menos, en la suelta hubo unos roces y Maní perdió la fusta. Lejos de entregarse, el eximió piloto, apenas pisó el opuesto comenzó a desatar el collar, la pescuecera, y al enfilar la recta final comenzó a exigir a su conducido con el falso látigo que se había ideado, luchó toda la recta descontando… final de bandera verde, habíamos vivido una carrera de aristas de cinematográficas, pero le faltaba el final feliz, que llegó cuando lo cantaron ganador por el hocico. Ese era Maní, talentoso, distinto, con un don innato, el sostenía a los cuatro vientos que “Jockey se nace”.

Se nos fue un gran ser humano, un maestro, tal vez el mejor jockey de todos los tiempos que haya pisado nuestra región, el jockey que se convirtió definitivamente en una leyenda. El mundo del turf regional está de luto.

En nuestra redacción hemos recibido innumerables mensajes de afecto y condolencia para su familia y amigos. Dirigentes de clubes hípicos e hipódromos de la región, así como propietarios, entrenadores, colegas y aficionados que acompañan el doloroso momento.

Su familia comunica que sus restos serán velados en Diniello, Teniente Ibáñez 1055 de Cipolletti, desde las 18,30 horas.

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